<<39>> — Intrusión
Un fuerte ruido sacudió la montaña.
“…Roooooooaaaaaarrrr…”
Los soldados temblaron de miedo por la terrible melodía, similar al viento soplando a través de una cueva.
“Q-qué fue eso? No fue un dragón, verdad?”
“Cálmense todos. Estamos en el Monte Kuguse. No es extraño escuchar monstruos en los alrededores. Los exterminadores protegen nuestro campamento, así que dejen de tener miedo. Si comienzan a temblar y pierden su movilidad, solo va a ser más fácil que terminen como comida de dragón.”
Dijo el caballero comandando a los soldados.
Habían atado al dragón al suelo y estaban apoyando la batalla aérea con armas mágicas. Si los soldados comenzaran a cometer errores por los nervios, la cacería del dragón podría terminar siendo un fracaso.
Son embargo, las Variantes ya se habían reducido en número y rara vez se acercaban al nido del dragón de todas formas.
Y había cazadores cuidadosamente seleccionados en espera para cazar al dragón cuando cayera, así que incluso si los monstruos terminaran allí, podían simplemente alejarlos.
…Pero ese plan se derrumbó al momento en que vio aventureros ruidosamente corriendo desde los arbustos.
“Aventureros?! Bastardos, este lugar está prohibi-”
“Corran! Es peligroso! En realidad, ayúdennos por favoor!”
“Qué?!”
Luego de eso, monstruos anormalmente deformados comenzaron a inundar el lugar, y en un estado anormalmente excitado también.
“GROAAAAAR!!”
“A-Aaaagghhh?!”
Varios soldados instantáneamente fueron convertidos en trozos de carne ensangrentados por las garras y colmillos de las bestias.
Esta anormalidad inesperada confundió a tanto los soldados como a los caballeros más rápido de lo que podían incluso sentir miedo.
“Qué de-?!”
“Nos atacan Variantes!”
“Qué están haciendo los exterminadores?!”
“Por qué hay tantos?!”
Incluso una sola Variante tenía suficiente fuerza para ir más allá de una persona normal.
Pero ahora, había al menos diez de ellas. No, había aún más— había sonidos y presencias de más cosas yendo hacia ellos mientras derribaban árboles y arbustos en su camino.
Los soldados no tenían forma de saberlo, pero los exterminadores que los estaban protegiendo mientras estaban en espera ya habían escapado derrotados. Incluso si fueran guerreros fuertes, no tenían ninguna oportunidad de enfrentar a este número de Variantes a la vez.
“Muévanse! Muévanse!”
“Aagh! No te acerquees!!”
“Gyaaaahhh!”
Incluso con los monstruos persiguiendo a los aventureros que escapaban, aun así atacaban cualquier cosa en su camino por su estado, excitado de todas las formas posibles.
Mordían, chocaban y arrancaban. Escupían llamas, dejaban caer rayos mágicos y vomitaban ácido.
Los alrededores rápidamente se convirtieron en una escena directa del infierno. Los aventureros corrían por ahí como abejas borrachas, así que todos estaban terminando envueltos en el desastre de los monstruos.
“Mierda, el dragón!!”
Finalmente lo notaron una vez alguien gritó.
Las estacas que ataban al dragón al piso habían sido inutilizadas, algunas derribadas y desenterradas o derretidas y podridas por los ácidos.
Siendo liberado de sus ataduras, el dragón sacudió sus alas con toda su fuerza a pesar de los arpones y cadenas aún colgados de sus alas.
“GROOOOAAARRR…!”
El cielo se encendió.
Sus garras y cola bailaban en el aire mientras esparcía su aliento por todas partes, derribando tres jinetes de hipogrifos que la rodeaban con un solo disparo.
Los cazadores de dragones quedaron envueltos en llamas y también comenzaron a retroceder.
“Es una causa perdida, corran!”
“A dónde siquiera podemos correr?!”
“Bastardo, me pisaste el pie!”
“Mamaaaaaaá!!”
Las unidades terrestres tampoco podían seguir apoyando la batalla aérea.
Entre el disturbio instintivo de los poderosos monstruos, los que por poco lograron sobrevivir dejaron caer sus armas y escaparon.
No lograron siquiera notar que los aventureros habían desaparecido a algún lugar durante todo esto.
“Lo hicimos…!”
“Haha! Así se hacen las cosas!”
Los cuatro veían la situación desde un punto elevado a cierta distancia.
Una vez guiaron a las Variantes a ese lugar, usaron la magia de teletransportación de Viola para perderlos tomando distancia, y eliminando su olor, también eliminaron el estimulante que habían estado esparciendo en su camino, así que los monstruos cambiaron su objetivo a los presentes en la escena.
Como resultado, la unidad terrestre que había atrapado a Kafal fue destruida.
“Lucella!”
Escucharon una voz conocida desde atrás.
“Kafal, estás bien?!”
El clon de Kafal, con un flamante vestido rojo estaba allí.
La batalla seguía en curso en el cielo, pero había priorizado crear un clon e ir donde estaban en vez de terminar la pelea.
Estaba consternada, preocupada por Lucella como si hubiera sido testigo de una ruina de la peor clase.
“Por qué… venir. Peligroso. Reino… humano. Lucella… será vista… como enemigo también…”
“No digas eso. Vine a salvarte… Eso es todo.”
Si Lucella peleaba contra un reino humano, no sería capaz de quedarse en la sociedad humana.
Sí, Kafal estaba preocupada por eso. Sin embargo, era una preocupación innecesaria.
“Gracias. Por decirme que escapara mientras tú estabas en una situación de vida o muerte. Ahora… entiendo que me valoras más que a ti misma.”
“Lucella…”
Lucella miró lo que estaba sosteniendo.
Era un adorno hecho cáscaras de nueces, las partes más vívidas de la piel de un monstruo, y huesos bien formados.
Se había roto, separado por todas partes, y lo habían pisado durante el caos, así que muchas partes se habían perdido.
El adorno de cuerno que Lucella le había regalado a Kafal. O lo que solía ser ese adorno de cuerno. Probablemente se cayó de su cuerno durante la pelea. Había caído en ese lugar, y él lo recogió.
“Tim. Dijiste que los aventureros tienen su propia forma de pelear, verdad?”
“S-Sí.”
Lucella habló con una voz ronca, similar a un martillo ardiente golpeando acero.
“Entonces desde aquí será la pelea de un dragón! Al diablo con las leyes y los reinos! No necesitamos humanos! Dejaré que lo sientan de primera mano… lo que les pasa a los tontos que intentan devastar nuestro dominio!!”
Los ojos de Lucella estaban llenos de lágrimas, ni siquiera sabiendo si era de ira o tristeza.
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