<<38>> — Aquellos que cazan dragones

La fortaleza de Maltgartz estaba ubicada en un lugar algo separado del campo de batalla.

Bajo la tienda que lo protegía de flechas y magia, el Marqués Kenneth Angus, que comandaba la “eliminación” del dragón, escuchaba el reporte de su subordinado.

“Cuál es la situación?”

“Está yendo favorablemente por el momento, General.”

“Ya veo. Su Alteza estará encantado.”

Kenneth, que llevaba una armadura lujosa y tenía su barba con un peinado rizado, asentía una y otra vez, y luego miró a las cuatro personas de pie en una esquina de la tienda.

“Lo hicieron bien, aventureros. Su guía fue verdaderamente precisa.”

“Oh, me alegra escucharlo… Digo, ya habíamos ido a las profundidades de la montaña antes.”

El líder del grupo Séptimo Dado, el peleador gigante Gemel, parecía apreciar las palabras de Kenneth.

El Monte Kuguse era el mayor obstáculo para atacar Setulev.

Incluso para cazar al dragón, necesitaban a un guía que conociera el terreno bien, pero no pudieron encontrar a nadie útil en Maltgartz. Allí, donde los oficiales se encargaban de la mayoría del trabajo que normalmente hacen los aventureros, había pocos aventureros independientes que entraran a regiones inexploradas buscando dinero o aventura, y sus relaciones con el Gremio de Aventureros, que tenía la información sobre ellos, eran pobres.

Por eso, intentaron encontrar a alguien en Setulev en su lugar, e inmediatamente lo encontraron.

Aventureros familiarizados con el Monte Kuguse, que tenían habilidad al menos por encima del promedio, y que no se detendrían ante nada por dinero, incluso rompiendo la prohibición de entrar a la montaña.

“Así que, uhh, sobre lo que hablamos de ser oficiales…”

“Oh, sí. Hablaré bien de ti. Es una recompensa barata que pagar. Nosotros en Maltgartz siempre damos la bienvenida a exterminadores hábiles, sin falta. Serán recibidos con el mayor reconocimiento.”

“Gracias por eso…!”

“Correcto. Ya pueden retirarse. Tomen un descanso.”

El dulce que usaron como carnada para el Séptimo Dado, que parecían estar en problemas de dinero, fue el ofrecerles la posición de oficiales.

Los exterminadores de monstruos pertenecientes a Maltgartz no tenían un reconocimiento al nivel que los caballeros, pero aun así servían a la realeza, en otras palabras, eran oficiales.

El reino cubre el costo de su comida.

“Hehehe, sabes? Los exterminadores de Maltgartz hacen incluso más que los aventureros promedio. Digo, tienen un salario incluso cuando no hay trabajo. Si llegamos a los rangos más altos… hihehehe! Bueno, esa evaluación nos queda perfectamente!”

“Sí! Los bastardos de Kugutfulm no tienen ojos, te digo! Pero aquellos que pueden ver lo saben de inmediato!”

Los cuatro aventureros hablaban sobre dinero y reían de manera sórdida mientras se iban.

“Es bueno que sean un grupo tan ingenuo.”

En cuanto el Séptimo Dado se fue, Kenneth habló con un tono frío y condescendiente.

“Estás seguro de que sería buena idea recomendar a sinvergüenzas como esos?”

“Aquellos con un origen de aventureros siempre son así. No tengo expectativas. Pero tienen algo de habilidad, así que podemos seguir mandándolos a las líneas del frente hasta que mueran.”

Los oficiales tenían sus deberes. Ellos eran forajidos que al parecer no entendían siquiera eso. Realmente pensaban que Maltgartz trataría bien a gente así?

Tomaban el volverse oficiales literalmente sin considerar nada, lo que les ahorraba bastantes problemas.


Cuatro personas subían por el camino que usaron para bajar hace un par de días.

Cruzaron los matorrales, corrieron por las rocas y subieron a gran velocidad las cascadas usando protuberancias como puntos de apoyo.

“Mierda! Esto es demasiado pronto!”

Tim, que cargaba casualmente por el camino de la montaña a pesar de su armadura pesada, maldecía abiertamente.

Ocurrió mientras se tomaban su tiempo buscando al intérprete Dragoniano. No, no se estaban tomando su tiempo. Esto simplemente pasó demasiado rápido.

Acorde a los rumores que Tim escuchó sobre el juicio del Gremio de Aventureros, Maltgartz no parecía tener información sobre el Monte Kuguse, así que primero tendrían que investigar primero y basar en ello sus acciones.

Lucella, que conocía la situación del Gremio de Aventureros de Maltgartz, también estaba de acuerdo con esto.

Se movieron más rápido de lo esperado.

Se sentía así.

“Qué deberíamos hacer?! Digo, qué planeas hacer?! Voy a ayudar si puedo… pero estamos contra un ejército que vino a matar a un dragón, sabes?!”

Dada la situación, Lucella ahora estaba vestido con ese vergonzoso traje de combate que anteriormente se había quitado.

No estaban en la ciudad, así que nadie lo vería. En realidad, la corta falda hacía que moverse fuera más fácil comparado al vestido si corría sin preocuparse por si veían sus bragas.

“No te preocupes. Los aventureros tienen su forma de pelear. Ni siquiera soñaría en ganarme la enemistad de Maltgartz metiéndome en su camino, pero no puede hacer nada si está fuera de nuestras manos.”

El hombre acorazado dio una sonrisa seria y calculada.

“Están intentando subyugar a un poderoso dragón siendo humanos, es un trabajo muy delicado! Dudo que tengan mucha libertad de acción ahora. En otras palabras, hay una alta probabilidad de que podamos sacudir todo su plan si solo quebramos uno de sus engranajes!”

“Será otra historia si nos metemos en su camino directamente…”

Wein, vestido como un ladrón fantasma, miró hacia atrás para confirmar la situación.

“Si los monstruos que nos persiguen terminan yendo en su dirección, no tendríamos la culpa, cierto!? Ustedes malditos bastardos de Maltgartz… Cometieron un error con esta acción rápida. El Gremio de Aventureros de Setulev va a emitir la designación de zona restringida pasado mañana! Ellos van a probar que no tenemos la culpa de esto!”

“Grrrraaahhhhh!”

“Grooooaaaahhh!!”

Varios rugidos surgieron como un eco. Los cuatro no estaban corriendo tan rápido como antes. Había una lagartija gigante goteando veneno de su cabeza. Una fiera bestia que se veía como una combinación de león y tigre con un pulpo encima. Un escarabajo rinoceronte del tamaño de una vaca que lanzaba llamas. Y muchos, muchos otros. Estaban ajustando su velocidad para que las Variantes que los perseguían fueran capaces de seguir su ritmo.

“Vamos, vengan! Debe oler bien para ustedes, bastardos!”

“Roooaaar!”

“Hissssss!”

Wein esparció arena rosada de una bolsa grande mientras corría.

Eso hizo que los monstruos se agitaran aún más y cargaron hacia ellos en frenesí. Corrieron tras ellos tan locamente que atravesaban árboles en su camino sin cuidado.

“Ese es el atractor de monstruos y estimulante! Aunque solo gente loca lo usaría en esta situación…”

“No te preocupes! Estamos suficientemente locos!”

Su grupo, que seguía creciendo más y más, corría hacia el nido del dragón con suficiente fuerza para casi partir la montaña en dos.



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