<<31>> — La razón
El comedor donde probablemente cenaban en el pasado los veinte y algo huéspedes ahora se veía amplio y vacío, la mayoría de sus mesas y sillas apiladas en una esquina.
Los hombres estaban en el tejado, ahogándose en alcohol luego del baño y jugando Señor de las Tejas. Kafal parecía estar observando eso mientras Wein le enseñaba medias verdades sobre la cultura humana.
Lucella pensó que nada mortal ocurriría porque Tim estaba con ellos, pero decidió preguntar minuciosamente lo que le enseñó y corregir según sea necesario.
Lucella mismo ahora estaba bebiendo leche por la fuerte recomendación de Viola.
“La leche es sabrosa… no recuerdo que me gustara mucho, pero ciertamente sabe muy bien luego de tomarla por tanto tiempo…”
“Me alegra escucharlo.”
“Me pregunto, por qué se toma leche en las aguas termales?”
“Quién sabe? Escuché que originalmente era una tradición oriental.”
Incluso las gotas condensadas en el vaso se sentían agradables.
Lucella estaba enfriando su enrojecido cuerpo con la leche helada.
Al final, terminó siendo limpiada a fondo por Kafal, y luego, se quedó en el baño por un tiempo en sus brazos.
“…Me pregunto, qué soy para Kafal?”
“De dónde vino eso?”
“Me estoy pregunto por qué me acogió Kafal.”
De repente, Lucella empezó a preguntarse por eso, como si fuera una respuesta a su cariño.
Era algo que se seguía preguntando, incluso en la montaña.
Como no le podía preguntar a Kafal, no tenía más opción que adivinar, pero ahora al menos tenía a alguien a quien podía consultar (…o al menos mantener una conversación) sobre ello.
“La Sra. Kafal perdió su huevo el año pasado en una inundación, verdad? Entonces, quizás fue para compensar por la soledad que sintió?”
“Sí, pero me pregunto si esa no es solo una suposición basada en estándares humanos…”
“…Siempre he estado demasiado absorbida en mi pasatiempo de investigar monstruos y aventurarme, así que no tengo experiencia en el amor… pero yo creo que, si ella hubiera jurado ofrecer todo a su cría una vez naciera y la hubiera perdido, se sentiría tan solitaria como fuerte fuera su amor.”
“Me pregunto si eso también es verdad para los dragones…”
“No sentirían aún más pena? Los dragones de color (un término general para dragones como los dragones rojos, que son llamados por sus colores) usualmente toman cuarenta años para criar a sus hijos.”
Eso tenía sentido.
Pero aun así, los sentimientos de Lucella seguían confusos.
“Pero por qué fui yo? Hay incontables humanos en este mundo.”
Se sentía feliz en la montaña, con solo Kafal y él.
Pero ahora que bajó a una ciudad llena de gente, finalmente recordó que había más personas en el mundo que solo Kafal y él.
Una vez regresó al mundo de los humanos, Lucella sentía como si hubiera despertado de un sueño y encontró su vida en la montaña muy antinatural e insegura, como si todo fuera algo frágil que podía colapsar con el más leve de los estímulos.
Viola también bebió dos vasos de leche y frotó su pecho plano como una tabla.
Habiendo recién salido del baño, no estaba usando su túnica pasada de moda. En su lugar, llevaba ropa cómoda, que prácticamente solo era ropa interior, y tenía su corto cabello dorado atado en un moño.
Sin embargo, aún tenía sus gruesas gafas puestas.
“No está bien que no haya una razón en particular? Quizás solo es porque estuviste ahí. Los encuentros fatídicos no necesitan esa clase de drama. La mayoría del mundo gira en torno a coincidencias, después de todo.”
“Coin… cidencias?”
“Como dices, quizás no había ninguna necesidad de que tú tuvieras que ser ‘Lucella.’ Quizás había otros que cumplían los estándares de la Sra. Kafal para ser su hija adoptada… Pero tú eras una de las personas que cumplía esas condiciones… y estuviste ahí, por casualidad. Eso es todo. Que una persona llegue a amar a otra no necesita ninguna razón más profunda. No te haría sentir mejor si pensaras en ello de ese modo? No necesitaba ser yo. Me encontró por casualidad, así que me eligió— eso es exactamente lo que llamamos encuentros fatídicos.”
Sonaba como una visión de la vida bastante extrema. Sin embargo, esas palabras lograron convencer a Lucella. Incluso entendió por qué se estaba sintiendo tan inseguro. Quería que su encuentro con Kafal tuviera algún tipo de significado especial. Quería alguna clase de razón para que los dos estuvieran juntos.
En otras palabras, Lucella no quería alejarse de Kafal. Cuando se dio cuenta de que su relación no era natural —por lo menos desde una perspectiva de sentido común— se había puesto ansioso.
A pesar de actuar avergonzado por ser mimado, en realidad quería recibir ese cariño.
Pero Viola dijo que estaba bien si era una coincidencia. Que era suficiente para conectar a Lucella y Kafal. Que incluso si fue por casualidad que se encontraron, no había ninguna razón para que se separen.
“……Srta. Viola, terminaste siendo… bastante madura.”
“No estoy segura de si me estás elogiando o burlándote…”
Sentada frente a él, Viola se rio mientras ligeramente acomodaba sus gafas.
Dos capítulos cortos hoy.
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