<<22>> — Protectores del dragón

El hogar de Kafal actualmente estaba enfrentando su primer incidente. Tres invitados no deseados habían aparecido allí.

…Grrrrrr…”

“Kafal, espera, escúchame! Estas personas no pretenden hacernos daño!”

Kafal gruñó mientras miraba fijamente a los invasores, lista para atacar en cualquier momento. Pero Lucella los estaba cubriendo y desesperadamente apelando a su favor.

“Oh gran reina de la montaña, deseamos hablar de cierto tema. Por favor, escúchenos. El peligro acecha sobre usted!”

Tim levantó la voz, pero Kafal seguía mostrando sus colmillos. Sin embargo, Lucella suponía que esto era principalmente porque no podía entender sus palabras correctamente.

“Lo siento, Kafal no es muy buena con el lenguaje humano. Creo que lo escuchó por primera vez cuando me recogió. Acaba de aprender a hablarlo también.”

“Ya veo, muy interesante. Los dragones que viven en grupos generalmente aprenden el lenguaje humano en caso de que tengan que ir a la guerra o negociar con humanos, pero tiene sentido que los dragones que viven independientemente no lo sepan.”

“Puedes solo callarte por ahora?”

Viola estaba inspeccionando vigorosamente a Kafal con sus gafas brillando incluso en esta situación. Wein no podía evitar callarla de un codazo.

Kafal y Tim, que estaba mirándola hacia arriba, se veían fijamente. Normalmente, una competencia de miradas con un dragón habría asustado a uno, y algunos incluso podrían desmayarse bajo la presión y morir. Pero Tim no retrocedió aquí, lo que mostraba que era de primera clase.

“Lo siento, Lucella, pero podrías tomar la espada en mi espalda y lanzarla lejos?”

“Huh? Oh, seguro.”

Lucella tomó su gran espada, que parecía un cuchillo de carnicero gigante y era difícil imaginar como siquiera la blandirías, y la lanzó fuera del nido. El arma voló con un giro y cortó a través del primer árbol en su camino y se quedó atorada en el segundo antes de detenerse.

Incluso después de perder su arma, Tim se mantenía firme. Y entonces, Kafal hizo el primer movimiento. Luz se reunió frente a Tim y una figura humanoide roja, parecida a una llama, se manifestó allí.

“Oh vaya! No la transformación, sino que su paso preliminar, Marioneta! Sabía de su existencia, pero nunca imaginé que la vería con mis propios ojos!!”

“Te dije que te calles!”

Wein finalmente se rindió, ató las manos de Viola detrás de ella y le tapó la boca.

“Humano… por qué… venir.” La expresión de Kafal se mantenía seria y vigilante, pero decidió por lo menos escucharlos.

Lucella le hizo una señal a Tim con los ojos y tomó su lugar.

“Kagal, conoces el reino del norte… Espera, sabes lo que es el norte, verdad? Hay un reino humano ahí, cierto?”

“Sí. Reino… muy… grande.”

“Esa gente está intentando matarte! Estas personas vinieron a advertirnos sobre eso!”

Maltgartz aparentemente había proclamado a los Gremios de Aventureros ayer que el Monte Kuguse era su territorio. En otras palabras, si tradujeras ese lenguaje político a palabras simples, era una notificación oficial para que el Gremio de Aventureros tratara al Monte Kuguse como tierra disputada.

El Gremio de Aventureros, que tenía un principio de no intervención en la política, no podía poner un pie en lugares políticamente molestos.

Alejaron a los aventureros apuntando a las bendiciones de la montaña y también prohibieron la investigación del lado del Gremio de Aventureros de Setulev, así que la pregunta era, qué harían después y cuándo?

Todo estaba en su lugar ahora, y su próximo movimiento llegaría tarde o temprano.

“Ese… humano… poder confiar?”

Kafal le preguntó a Lucella. Lucella acababa de aprender todo esto de Tim, así que existía la posibilidad de que Tim estaba mintiéndoles con algún objetivo en mente. Por lo tanto, Lucella no podía garantizar su validez.

“Digo la verdad. Lo juro en mi vida y honor.”

“Kafal, quiero bajar la montaña e ir a la ciudad. Tenemos que confirmar si estas personas están diciendo la verdad. Y si es así… tenemos que pensar en algún modo de detenerlos.”

“Detenerlos… cómo?”

“Tengo una idea.”

La voz de Tim se volvió tensa en ese momento crítico.

“Setulev también desea detener a Maltgartz. A ellos les encantaría trabajar junto al dragón rojo del Monte Kuguse.”

“Uhh, creo que deberías explicar eso con un fraseo más simple…”

“C-cierto. En otras palabras, cooperar con el rey de Setulev y pelear juntos.”

Kafal parecía entender eso y se veía perpleja. Entonces miró a Lucella, como preguntando si realmente estaría bien.

“Lo sé, no te preocupes. Depende de qué piensa ese rey de esto.”

Lucella sentía como si supiera cuan aterradoras y despreciables suelen ser las personas con influencia. También entendía el peligro de apoyarse en un reino y hacer una alianza, sin mencionar pelear.

Pero sin importar eso, sea hacer una alianza o pelear, primero tenía que dejar la montaña y entender la situación antes de hacer cualquier cosa.

“De cualquier forma, tengo que bajar a la ciudad y reunir información.”

“Kafal… va a… seguir.”

“…Así que llega a eso, al final.”

Kafal respondió sin dudarlo. No era para confirmar las cosas con sus propios ojos y oídos, sino que por pura preocupación por Lucella. Incluso ahora, estaba preocupada por Lucella en vez de por si misma.

Kafal… Sabía que iba a terminar así? Incluso si no entiende la política humana, los dragones normalmente dejan ser a las Variantes para protegerse, verdad? Y aun así me las dio de comer! Priorizó mi seguridad sobre la suya. No pensé que me consideraba tan importante…!

Lo que Lucella sintió era un poco diferente al arrepentimiento. En su lugar, se sintió irritado consigo mismo por fallar en darse cuenta de cuánto lo atesoraba Kafal.



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