Arturia Pendragon miro al muchacho que tenía delante. En sus 9 años de vida, nunca había visto a un niño con el pelo rojo. Su ropa también era extraña; eran prendas hechas de alguna tela que parecían envolverse alrededor del cuerpo. ¿Podría ser tal vez un sajón? Entrecerró los ojos, pero rápidamente descarto la idea ya que no había sajones con el pelo rojo. ¿Un escocés tal vez? Pero, ¿Por qué estaría tan lejos de casa y acostado en medio de un campo de trigo en medio de la nada?

Un momento de duda entro en la mente de Arturia. ¿Podría ser esto posiblemente como una de esas historias de su hermano Kay donde las hadas se llevaban a los niños malos y los hacían goblins? Ella se estremeció. Ella era una buena chica, algo así nunca le pasaría.

A pesar de que Sir Ector le informaba de la falta de autenticidad de las historias de Kay, no podía sacarlas de la cabeza.

El muchacho gruño mientras dormía, asustando a Arturia, quien decidió cubrirse detrás de un montón de trigo. Ella lo observaría por ahora, y si las cosas iban mal… agarro la espada de madera atada por una línea delgada de hilo de su cintura.

El muchacho gruño un poco más antes de que sus ojos se abrieran. Parecía sorprendido si su reacción era algo por lo que pasar, los ojos se movían de un lado a otro con la boca abierta. Era suficiente para que Arturia creyera que las hadas lo habían capturado y se lo habían llevado, “¿o fueron los goblins?” Chillo cuando se percató que dijo sus pensamientos en voz alta y ahora el chico la estaba mirando fijamente.

Parecía que ya no estaba sorprendido, sus ojos parecían fijarse en ella como un animal hambriento. ¿Qué le habían hecho las hadas?

Temblando, se puso de pie, su mirada se ilumino mientras le daba una sonrisa tímida.

Arturia no se enamoraría de la magia de las hadas, por traviesas que fueran. “declara tu nombre”. Dijo secamente, cansada del hechizo que las hadas podrían haberle lanzado al chico.

“Shirou Emiya”, dijo el muchacho después de un momento de vacilación.

– ¡El nombre de una hada! – Arturia nunca había oído hablar de un nombre tan extraño, pero aun así, el chico tenía un apellido. Los apellidos solo fueron dados a aquellos de suficiente reputación. ¿Tal vez era el hijo de algún caballero secuestrado? Ella le daría el beneficio de la duda.

“¿Qué estás haciendo aquí?” Pregunto Arturia con curiosidad.

“Ni siquiera yo lo sé”, comenzó a decir Shirou mientras se rascaba la parte de atrás de su cabeza. “Estaba cazando una bestia local que aterrorizaba una ciudad y, de repente, estoy aquí”. Dicha bestia era un Apóstol Muerto que Shirou tuvo la tarea de eliminar.

“… Cazando una bestia, ¿venia alguien mas contigo?” Pregunto Arturia.

“Si, un superior”, respondió Shirou pensando en el mago arrogante encargado de comandarlo a él y a un equipo de ejecutores.

Debe ser un caballero en entrenamiento, o tal vez un escudero como ella antes de que las hadas se lo llevaran, pensó Arturia, casi solidificando su hipótesis. El hecho de que apareciera repentinamente en medio de un campo de trigo a bastante distancia de Escocia era un indicador suficiente.

La mirada de Shirou se dirigió hacia la espada de madera de Arturia. “¿Practicas?” pregunto.

Arturia asintió, sin ver a donde quería llegar. Si el quisiera un duelo, no se lo daría si el mismo no tiene algún arma de práctica.

“Vamos”, dijo Shirou mientras espadas idénticas de madera aparecían en cada una de sus manos.

Los ojos de Arturia se agrandaron, ¡las hadas le enseñaron magia! Pensándolo bien, se preguntaba que tipo de mágica aprendería de Merlin en un par de meses.

“¿Puedo pedir un partido de practica con alguien tan talentosa como tú?” preguntó Shirou.

Shirou tenía una lengua floja, tuvo que admitir Arturia, y rápidamente se encontró interesada en su propuesta. ¿Cuándo podría encontrar una oportunidad de probar su espada contra un espadachín entrenado por las hadas?   

“Acepto”, dijo Arturia con su postura recta y los ojos al nivel de su oponente como cualquier escudero debería hacerlo.

Shirou no respondió a la declaración de Arturia de inmediato. Estaba perdido en sus pensamientos; había pasado tanto tiempo desde la última vez que la había visto. Ni una sola vez había dejado de buscarla, y ahora… no tenía palabras para describir la pura felicidad dentro de su pecho, incluso si ambos eran versiones más jóvenes de sí mismos. El busco ser un héroe, pero lo había hecho no solo por sus ideales, sino en memoria de ella. ¿Finalmente había llegado a la final de su búsqueda? Fue sacado de sus pensamientos cuando noto la impaciente mirada de Arturia frente a él.

“Gracias”, dijo Shirou mientras se colocaba en una postura más relajada. “Cuando estés lista”.

Arturia entrecerró los ojos hacia Shirou, ¿estaba listo? Tenía aberturas en todas partes, las más evidentes en los lugares que Sir Ector le enseño que debía proteger y apuntar a la vez. Pecho central izquierdo, abdomen inferior derecho, en todas partes tenía aberturas. Ella entrecerró los ojos y decidió probar.

Ella golpe en una abertura y posteriormente fue bloqueada. Ella frunció el ceño. ¿Qué está pasando? Ella goleo de nuevo y se encontró con lo mismo. Ella soltó un resoplido y endureció su rostro, juro que le daría un golpe.

Shirou no podía mantener sus pensamientos en orden mientras miraba fijamente el rostro determinado de Arturia. ¿Cuándo fue la ultima vez que la había visto? Distraídamente, desvió otro de los ataques de Arturia. Ella no era la misma espadachina sin par que recodaba, pero bueno aún era una niña en este punto. Su postura era un poco incomoda, pero ella lo compenso con su habilidad natural. Aun así, el nunca querría verla herida…

“Cuadra más los hombros cuando estés golpeando”.

– ¿Qué? – Arturia estuvo confundida por un momento, pero pronto se dio cuenta de lo que Shirou trataba de decirle. Rápidamente ella corrigió su error. Sin embargo, su mente lucho por encontrar una respuesta. ¿Por qué le darías consejos a tu oponente?

“Usa más tus caderas, generaras más poder en tus oscilaciones”.

– ¿Otra vez? – ¿Por qué la estaba ayudando?

La caballería de un soldado es para respetar.

Las palabras de Sir Ector resonaron en su mente. Tal vez porque ambos eran escuderos, pensó Arturia mientras golpeaba a Shirou una vez más, notando la diferencia en la fuerza cuando usaba las caderas. ¿Tal vez su propio código de honor le dicto ayudar a un compañero escudero? Sin embargo, ella estaría agradecida por su consejo. La única otra persona que tuvo como mentor fue Kay.

El sonido de ondulaciones con la espada resonó por todo el campo de trigo durante horas, y fue lo más divertido que Arturia había hecho en mucho tiempo. Su tiempo con Kay era divertido, pero la experiencia era diferente con una persona de su edad. Para el colmo, ella podía decir con seguridad que Shirou era un adepto espadachín. Ella había aprendido y mejorado mucho con su encuentro casual.

Arturia sonrió cuando se fue para su casa ese día, despidiéndose rápidamente y salia corriendo.

“Adiós Arturia”, dijo Shirou un momento después.

Arturia dejo de caminar de regreso hacia su casa con Sir Ector y su hermano Kay, y de repente se dio cuenta de algo.

Ella nunca le dio a Shirou su nombre, sin embargo, ¿Cómo lo supo? ¡MAGIA DE HADAS!.

Había una notable contracción en su rostro cuando llego a casa ese día, y todo por culpa de Kay.

Poco sabia Arturia ese día, que su hipótesis inicial de las hadas estaba mas cerca de la verdad de los orígenes de Shirou que cualquier otra cosa…

Su cuerpo estaba hecho de espadas.

Algo le había pasado a Shirou para que se despertara en medio de un campo de trigo, pero lo mas importante, fueron los cambios en su cuerpo que nadie noto ese día… y no, no fue que cambio de genero. Si lo hubiera sido, esta seria una historia completamente diferente de la historia del buscador sin cesar. El que había descubierto sus orígenes y su poder 10 años después de la 5ª Guerra del Santo Grial, y que había desbloqueado la llave de su arma definitiva, su realidad, otros 10 años mas tarde.

Esta es una historia de un destino encerrado en el tiempo.


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Categorías: Fate: In Time