Doble Rol II



Al final siempre termino llegando a un “campo de flores”. Cuando estaba en el Cielo no tenía libertad.

Las Diosas de la Belleza son especiales incluso dentro de los Dioses. Su poder es tanto un exquisito néctar, como un poderoso veneno.

El poder de su <Encanto> que alcanza incluso a los Dioses es absoluto y puede destruir incluso sus mentes. Los Dioses, comenzando con los Grandes Dioses, al mismo tiempo que nos querían a nosotras las Diosas de la Belleza, también nos temían. Había historias de cómo, en busca de ser nuestros subordinados, algunos Dioses se convirtieron en marionetas ellos mismos.

Por lo tanto, solo había dos modos de hacerle frente a las Diosas de la Belleza. La destrucción total o consentirlas como princesas.

La mayoría prefirió la segunda opinión. Y entonces las Diosas Vírgenes fueron colocadas en la posición más cercana como método de seguridad. Incluso alguien como Afrodita se había mantenido callada alrededor de Artemisa, ¿Saben? En el Cielo, con el fin de prohibir la “invasión” y el “dominio”, a los guardianes de los “reinos” se les permitió el uso ilimitado de sus poderes como una ley no escrita.

Incluso yo tenía alguien que me vigilaba y no era libre—es imposible decir eso. Después de todo, mi <Encanto> atravesó incluso a una Diosa Virgen.

Incluso entre las Diosas de la Belleza yo estaba en una categoría distinta.

Sin importar si lo deseaba o no, fui reverenciada y temida de esa manera. Quizás las únicas que podían oponerse directamente a mi poder solo eran las Tres Diosas Vírgenes del Olimpo.

Por eso, recibí un “manejo” bastante severo.

En la superficie era un paraíso donde se me permitía todo. Pero su verdura esencia era la de una prisión infinita en la que me encerraron.

El gran templo que no tenía igual en el Cielo, los numerosos Dioses subordinados y espíritus que lo vigilaban, todos eran “grilletes” puestos en mí. Lo más odioso era que Odín, quien construyo esa prisión había visto a través de todos mis hobbies y preferencias. Eligiendo a quienes yo, Freya (la Reina), no podría ignorar, transformo incluso sus impuros sentimientos en “cadenas” que me ataban. El propio Odín se la pasaba sin preocupaciones en un lugar donde mi <Encanto> no lo alcanzaba y si algo ocurría, arrojaría su Lanza y me mataría. Eso era algo muy propio de ese viejo Dios desagradable.

Pero, no me lamentaba por mi falta de libertad.

No podría terminar de enumerar mis insatisfacciones, pero como Diosa de la “Belleza” y el “Amor”, fui mimada.

Después de todo, yo, quien era genuinamente amada por todos, estaba bendecida más que cualquiera. Lo que significaba que era absurdo sentir desdicha. Y más que cualquier cosa, yo misma ya estaba resignada desde antes de que me encerraran en esta prisión.

Porque, esto era como “jugar a las muñecas”, ¿No es así? Nadie se oponía a mí. No podían hacerlo.

Todos querían mi “amor” y se arrodillaban ante mí,

Sea cualquier Dios Guerrero, o un Dios Maligno inhumano, todos se desesperaban pidiendo mi “amor”. Por el contrario, si lo pedía, cualquier existencia me devolvería ese “amor”.

Pensé que ese “amor” era lo más vacío en todos los reinos. Probablemente nadie podría comprenderme.

Probablemente nadie podría simpatizar conmigo.

Pero, sin importar si deseaban mi “amor” hasta la locura, si era yo quien se los pedía, paradójicamente ellos me extenderían su “amor gratuitamente”, ¿Qué tan distorsionado era eso?

Un deseo negro como el hades y el “amor” de la “Belleza” que lo convertía en una pradera blanco puro. Sin relación con la existencia o no del <Encanto>.

Más allá de que fuera una Diosa de la Belleza, este vacío siguió a mi alrededor.

Si seguía siendo una Diosa de la Belleza y el Amor, nunca podría escapar de este “yugo” al que llamaba vacío. Me di cuenta de que yo, quien gobernaba el “Amor” era una esclava del “Amor”.

Sin importar cuánto me jactara de un estilo desenfrenado, sin importar si me disfrazaba de una cruel bruja, nunca podría liberarme del “Yugo de la Diosa”.

No una sonrisa como una máscara por la que todos quedaban fascinados.

¿Cuándo fue la última vez que “sonreí realmente” desde el fondo de mi corazón? Ya, no podía recordarlo.

El “Amor” es conveniente, ¿No es así?

Tener en mis manos cualquier cosa. Y no hay nada que no pueda obtener. El “Amor” es maravilloso, ¿Cierto?

Puede producir felicidad. Hacer crecer esa felicidad y crear a alguien que envidie eso. El “Amor” es hermoso, ¿Verdad?

Debe ser bello. Si no lo es, eso no puede llamarse “Amor”.

Pero la astucia no puede llamarse amor. Si es, aunque sea un poco feo, no puede verse como “Amor”. De lo contrario la sexualidad no sería algo de mofa y el narcisismo no sería condenado.

El “Amor” debe ser sagrado. Todos poseen ilusiones sobre el “Amor”. El “Amor” es lo más valioso y lo más bello sin duda alguna.

Entonces, si no fuese hermosa, ¿Yo podría olvidarme del “Amor”? Entonces, si descarto mi Belleza, ¿Podre liberarme del “Yugo de la Diosa”? Quise ensuciarme.

Por eso, pensé en hacerlo.

Reuní a los hombres y arrastrándolos hacia la jaula de pájaros a la que llamo prisión, los cubrí en toda clase de placer.

También llame a las mujeres, probando cualquier depravación que vino a mi mente.

No había igual para la capital de la lujuria. Lo que había llevado al límite la decadencia dentro del aburrido Mundo Celestial, sin duda fue el Templo donde fui encerrada. Por decenas y miles de meses y años me hundí en un mar de lujuria y deseo.

Y entonces cierto día, mientras era envuelta en una profunda sensación de fatiga por culpa de un Dios, repentinamente me di cuenta.

En los ojos de los alrededores que me miraban. En sus miradas de “Amor” llenas de pasión— No había cambios.

¡Nada había cambiado!

¡Sin importar cuánto me manche, ni cuánto tiempo paso, nadie dejaba de mirarme!

¡El “Yugo de la Diosa” seguía atado mi cuerpo! Grité.

Por primera vez descarté mi “personalidad” y salí corriendo del gran Templo. Cruce montañas, atravesé valles, surque mares y sobrepase las estrellas.

Usando el rostro de la “chica” que era una de mis cien caras, me sacudí a mis perseguidores y continué vagando por el Cielo sin un final.

Y entonces, el lugar al que llegue, fue un vasto campo de flores.

El límite entre el Cielo y la tierra desapareció y en el centro de ese mar de hermosas flores rojas, caí de rodillas y me derrumbé.

No podía llorar.

Pero las gotas no se detenían de mis ojos.

Ah como pensaba, gobernada por la resignación, los violentos sentimientos se habían transformado en un desierto seco. Por eso, a pesar de que no debería sentirme triste por nada, aun así, había cubierto mi rostro con mis manos como una doncella pura. La lluvia que no se detenía se volvió dorada y al seguir hacia las flores rojas, humedeció la tierra.

No podía encontrarlo.

No podía encontrarlo.

Lo que sea que estaba buscando no podía encontrarlo. Pero, sin duda lo estaba buscando.

Buscando ese “algo” que me liberara del “Yugo de la Diosa”.

Las gotas vacías carentes de tristeza continuaron por mil, dos mil y hasta tres mil noches.

Y entonces, en el momento en que las flores se dispersaron, los tallos se rompieron y el manantial dorado estaba a punto de sumergirme, ella apareció.

Mi compatriota Idun[1]

Mientras que poseía una belleza que se decía que se acercaba a la de una Diosa de la Belleza, ella, quien era una Diosa buena e inocente, incapaz de solo mirarme a mi quien había estado llevando una vida de lujuria, dijo que vino a darme un sermón.

Ella, quien dijo que había sudado tras buscarme sin cesar, y en concordancia con las cosas ella misma gobernaba, comenzó un discurso vehemente con respecto a la “juventud”.

Las citas entre hombres y mujeres tienen que ser más puras, dijo. Tienen que compartir tanto lo dulce como lo amargo, dijo.

Sin importar cuánto tiempo, pase sus almas serán jóvenes, dijo. Por eso tú también disfruta la juventud☆, dijo.

Pensé en matarla.

Poniéndome de pie, rodee su espalda mientras seguía hablando lo que le daba la gana e intente poner mis manos en su delgado cuello.

“Así qué Freya, ¿Por qué no buscas tu Odr?”

—¿Odr?

Deje de moverme.

Sin darse cuenta de que estuve a punto de estrangularla, Idun sonrió y respondió. Sin duda un Odr que te llene debería estar en algún lugar.

Debes disfrutar de la juventud con esa existencia. Eso sin duda debería liberarte de ese yugo.

Al escuchar su historia me burle. Era imposible que algo así existiera.

Pero, creí en las palabras sin sentido de Idun.

Después de todo, no pude explicar el por qué era imposible que algo así existiera.

Regresando al templo, yo, quien había causado un alboroto a los alrededores, desde ese momento comencé a coleccionar.

Reuní cosas hermosas, mirando especialmente las almas de los niños, buscando una existencia solo para mí. Y también, muchas veces me escape desde el frio Templo.

Todo era mi viaje para buscar mi Odr.

Como si tuviera un ataque, me cubrí con el rostro de la “chica” y fui por el Mundo Celestial sin un rumbo fijo.

Muchas, muchas veces me escapé, deslizándome entre las manos de mis perseguidores, pero no pude encontrar mi Odr y la desesperanza fue aumentando. Odiando el hecho de que estaba siendo corroída por el veneno del aburrimiento, deseando un estímulo, especialmente mientras trataba apropiadamente con los grupos de Dioses, continué mi viaje. Me pregunto si fue en ese momento que me encontré con Hestia por casualidad.

Mientras estrangulaba a Idun quien vino a decirme con una sonrisa despreocupada, “¿Encontraste a tu Odr?” cuando nos reencontramos, entendí una cosa.

Para nosotras, las Diosas de la Belleza, solo hay una cosa que no podemos tener en nuestras manos. La Belleza por encima de todo. Y el “Amor”.

Cuando dejé vagar mis pensamientos sobre lo que otras Diosas de la Belleza pensaban de eso, inmediatamente me detuve. Era claro que no les importaban cosas como esas. Ellas mismas creían que eran reinas absolutas sin ninguna duda, codiciando las bendiciones y ofrendas como algo natural. Ellas mismas pretendían ser superiores y no les importaba nada más.

La arrogante Ishtar era celosa. La tonta Afrodita era envidiosa.

Después de todo, incluso si encontraban el [ ], se reirían con desdén y podrían convertirlo en una vieja herida. Y entonces tras un largo tiempo, termine mi búsqueda por el Cielo.

Mi Odr no estaba en este mar celestial.

Siendo así, lo siguiente sería el Mundo Inferior.

En la Era de los Dioses cuando el descenso de los Dioses comenzó, salté en ello.

En la superficie fue con el fin de matar el aburrimiento que tenía en el Cielo, mirando las posibilidades de ese mundo imperfecto.

Y en lo “desconocido”—me aferre en que podría encontrar a mi Odr. Pero—

El Mundo Inferior que era mucho más pequeño que el Cielo inmediatamente mostro sus límites, y mi plegaria al instante se convirtió en agonía.

Termine mi búsqueda en la tierra. Después solo me quedaba esperar a que el tiempo pasara. En aquel tiempo ya había formado una <Familia> y estaba cansada.

Aunque mostraba la sonrisa de una reina delante de mis lindos niños, dentro de mi pensaba que, si continuaría de esa forma, siendo carcomida por el veneno del aburrimiento, hubiese preferido dormir eternamente.

Cierto día, evadiendo los ojos de mis dependientes, el lugar al que llegue sola era extrañamente igual al de mi tierra natal en el Cielo.

Un campo de flores rojas que se hundía en el crepúsculo. Yo, en el centro de este, me derrumbé y comencé a llorar.

Esta vez con tristeza y mientras el yugo se burlaba de mí, suprimí desesperadamente mi desesperanza. Tal vez esas serían las primeras y últimas lagrimas que derrame en el Mundo Inferior.

…… Sí, me equivoque.

Porque, Syr derramo lagrimas delante de ti, ¿No es así?


[1] Diosa de la mitología nórdica conocida como Diosa de la juventud y era la guardiana de las manzanas doradas que concedían la inmortalidad.




Donaciones

¡Apóyame en Patreon o PayPal desde 1,50$ al Mes! Sin compromiso, puedes cancelar cuando quieras.


Views: 430

Categorías: Danmachi

Fälscher

Solo yo y mis traducciones