Shirou abrió sus ojos a ese olor desconocido como al húmedo bosque almizclado. Por un momento, no supo dónde estaba, pero luego recordó todo. Olía a bosque porque estaba en un bosque. No lo dejaron exactamente en medio de un campo de trigo con dinero de algún tipo y un lugar al que llamar hogar. Sin embargo, él no se quejaría después de todo, ella estaba aquí.
Después de ese día, en la Quinta Guerra del Santo Grial, no había dejado de buscarla. Durante años estuvo sin ella. Durante años de angustia constante, persiguió sus propios ideales en memoria de una mujer que había recorrido un camino similar. Shirou apretó los puños, no sabía que había pasado para traerlo hasta aquí y, francamente, no le importaba. Ella estaba aquí, y eso era todo lo que importaba. No podía dejar pasar la oportunidad entre sus dedos. En ese momento, cuando la vio por primera vez de nuevo, en el momento en que se dio cuenta de las implicaciones de donde estaba, había hecho un juramento. De la misma manera que una vez una mujer noble había hecho por él, el haría todo lo posible para defenderla. Esta vez no estaría sola para soportar la carga de un Rey bajo una máscara sin emociones.
Shirou se levantó de su cama de hojas improvisada; tendría que ir a cazar hoy. Basado en la orientación del sol y la humedad del aire, era mediados del verano. Al menos no tendría que preocuparse por el frio del invierno. Camino hacia el rio, su único suministro de agua, y se lavó la cara, el frio despejo el cansancio de sus ojos. Tenía suerte, pensó, que había un bosque con un rio adyacente cerca del campo de trigo.
Un sonido pronto llamo su atención, sus músculos se tensaron. Era un hábito después de muchos años de perseguir a los Apóstoles Muertos, o cualquier otra cosa que causara daño.
Shirou se giró y tenía una proyección preparada en el fondo de su mente; nunca podías ser demasiado descuidado, la vida le había enseñado eso. Sin embargo, seria en vano ya que inmediatamente se relajó.
“Así que has venido de nuevo”, dijo Shirou a la solitaria rubia con ahoge que sobresalía de un arbusto. Se sacudió antes de que Arturia se revelara.
“¿Cómo haces eso?” preguntó Arturia. Estaba segura de que estaba escondida. A todos los efectos, hoy fue el día en que iba a encontrar donde vivía. ¿Podría ser que las hadas lo criaron en el bosque? ¿Podría finalmente demostrarle a Kay que estaba equivocado por reírse en su cara cuando él fue quien le hablo de las Hadas? No fue un recuerdo agradable cuando regreso de su casa.
“De la misma manera que lo he hecho durante los últimos 7 crepúsculos. Un Caballero en entrenamiento como tú no es adecuada para esconderse en las sombras”.
“P-Por supuesto”, tartamudeo Arturia. Era la primera vez que alguien que no era su familia reconocía su deseo de ser un Caballero. Ella puso su mente directamente en ese punto. “Y un Caballero en entrenamiento como tú no debería estar escondiendo secretos en el bosque”.
Shirou sonrió ante la reprimenda. “No soy un caballero”.
“Si, eres un escudero”.
“No, no soy un escudero”.
Arturia frunció el ceño. ¿A qué juegos mentales jugaba Shirou? Ella no le creía; ningún niño normal debería poseer la cantidad de habilidades en la espada que tiene el. Buen intento, pero ella no se tragaría eso. La pregunta es, ¿Por qué no lo admitía? “¿Y entonces qué?” Ella decidió complacerlo.
“Solo un cazador”. Shirou miro a Arturia, incapaz de ocultar el destello de emoción que cruzo sus ojos en ese momento. Solo podía esperar que Arturia no lo captara.
Arturia lo miró fijamente, pero pareció sacudirse cuando comenzó a reflexionar.
¿Un cazador? Arturia hizo eco en su mente. De todas las excusas que podía usar, ¿Por qué un cazador? Entonces de nuevo estaban en un bosque y Shirou no parecía estar viviendo en una casa. ¿Por qué no tenía una casa?, seguramente tenía una casa. Mejor aún, ¿Por qué la estaba escondiendo? Seguramente las Hadas tendrían un lugar donde él podría quedarse. Los ojos de Arturia se entrecerraron…
El estómago de Arturia gruño; ella se sonrojo y rápidamente se cubrió la cara. Fue su culpa por no comer nada, pero no pudo evitarlo. La única forma en que podría haber conseguido comida era preguntándole a Sir Ector. Dios sabe cuan perceptivo era Sir Ector; habría preguntado porque y también a primera hora de la mañana. Francamente, no le había contado a nadie sobre su encuentro con Shirou, al menos no todavía.
Shirou sonrió y comenzó las actividades del día. “El hambre es el enemigo”. Dijo mientras se ponía una cálida capa sobre los hombros. Un arco apareció en su mano, y entro en el follaje del bosque. “Espera aquí, volveré con algo de comida”. Le dijo antes de irse.
Arturia asintió con la cabeza un momento después de saber que su rubor se había ido. Solo entonces se dio cuenta de que había perdido la oportunidad de seguir a Shirou. El objetivo era levantarse temprano y engañar a Kay para que se ocupara de las actividades de la mañana de Sir Ector; es decir, alimentar al ganado. Ahora, ¿Qué se suponía que ella tenía que hacer? Su mano toco la espada de práctica atada a su cintura. Tal vez podría practicar con Shirou más tarde…bueno, ella podría hacer un calentamiento antes de eso.
Shirou deambulo tranquilamente por el bosque, con su arco preparado y los ojos en busca de movimiento. Una liebre sería preferible a un ciervo debido a la diferencia de peso debido a su cuerpo del tamaño de un niño. Sin embargo, si llegaba el momento y todo lo que encontraba era un ciervo, supuso que simplemente podría reforzar su cuerpo con magia. Ahora si el hiciera eso, ¿Cómo podría explicárselo a Arturia? ¿Hago ejercicio?
De alguna manera, Shirou sabía que no se lo creería. Por otro lado, el simplemente podía arriesgarse. Si el la conocía, y muy bien, entonces suponía que incluso cuando era una niña, ella debía comer mucho. 2 liebres entonces, o un ciervo, decidió. Por suerte fue en ese momento cuando una liebre entro a su vista. Con practicidad, el fácilmente lo derribo. Uno abajo, solo 1 más.
Caminando hacia la liebre caída, Shirou la recogió y la puso en una bolsa que colgaba de su cintura. Un leve movimiento llamo su atención, y rápidamente, reforzó sus piernas y salto a un árbol.
¿Una bestia fantasmal? Shirou reflexiono mientras observaba a la pequeña criatura. Tenía la forma de un halcón, pero era un poco más grande. Si no fuera por sus ojos color verde azulado y su brillo etéreo, un azul tenue, no habría quedado fuera de lugar en el bosque. Ahora la pregunta era, ¿Qué estaría haciendo uno en medio del bosque? Entonces otra vez, ¿Por qué lo estaba mirando? Solo para asegurarse, Shirou agito una mano y observo como sus ojos lo seguían. Realmente lo estaba mirando, que extraño. ¿Qué podría querer con él? En un movimiento que llego allí, agito la cabeza como diciendo ‘sígueme’.
Shirou frunció el ceño, pero, no obstante, decidió seguir a la bestia fantasmal. Buena idea o no, era mejor no dejar a una bestia fantasmal desatendida. Caminaba sobre garras rojas afiladas, girando ocasionalmente la cabeza para comprobar si estaba siguiéndolo. Con el tiempo, se detuvo y voló. Los ojos de Shirou nunca lo dejaron hasta que se posó sobre un árbol y le indico que avanzara señalando con sus ojos. Obedecí, pero me aseguré de vigilar constantemente a la bestia. Mi atención, sin embargo, pronto seria desviada hacia mis pies pisando un adoquín liso.
Miro hacia arriba.
¿Una casa? No, parecía más como una mansión, pero ¿Por qué estaba en medio del bosque? En cualquier caso, parecía abandonado. Shirou no sabía por cuanto tiempo, pero la vegetación ya se estaba arrastrando por la casa. Este fue probablemente el hogar de la bestia fantasmal, pero ¿Por qué lo traería aquí?
Shirou se acercó y al inspeccionar noto un tablón cerca de la vieja puerta frontal.
Bosque de los Ashton.
Es lo que decía en la tabla.
Con un grito, la bestia fantasmal voló una vez más, pero esta vez directamente hacia la parte superior de la mansión. Volvió a gritar, instándole a continuar antes de levantar un ala y comenzar a limpiar sus suaves plumas marrones. Vacilante, cruzo la puerta vieja de la mansión.
“Bienvenido a casa”
Una voz suave hizo eco en la mente de Shirou. Desviando su mirada de nuevo a la bestia fantasmal, desapareció dentro de la mansión.
“¿Bienvenido a casa?” Shirou reflexiono en voz alta. Si antes estaba confundido con la naturaleza de la bestia fantasmal, ahora estaba perdido. Las bestias fantasmales, al menos las que ha encontrado, nunca fueron muy amigables con los humanos. La mayoría de ellas preferían mantenerse alejadas, o francamente antagonizarlos, y con antagonizar, quería decir matar. Cosas como Goblins, Imps y similares, todos eran fáciles de entender, pero esta bestia en particular…
Shirou se rasco la nuca. Bienvenido a casa, podría significar muchas cosas, pero la conclusión más fácil fue que él estaba en casa. La bestia fantasmal debe haberlo traído hasta aquí asumiendo que él era el dueño de la casa, lo cual era extraño por dentro y por fuera. Las bestias fantasmales no hacen eso. Si tienen una tierra en la que creen que es suya, la protegerían, no la regalarían. Por otra parte, siempre fue un mago de tercera clase, su conocimiento solo proviene de la experiencia.
Al recorrer los terrenos de la mansión, Shirou noto un gallinero cerca del patio trasero. Debatió sobre qué hacer, es decir, hasta que la bestia fantasmal se posó sobre su hombro. Se tensó.
“Bienvenido a casa”
La voz se repetía dentro de la mente de Shirou.
“¿Qué tratas de decir con eso?” Shirou pregunto momentos después, dándose cuenta de que la bestia no tenía intenciones de atacarlo. Quizás tan solo comunicarse.
La bestia fantasmal inclino su cabeza en confusión antes de agitar un ala para abarcar el área.
“tuyo”
Dijo la voz.
“¿Mío?” Shirou dijo confundido, pero ninguna voz volvió a contestar. En cambio, la bestia fantasmal simplemente comenzó a limpiar sus plumas, atrayendo la atención hacia el anillo alrededor de su pie.
En el anillo se podía leer, Efret. Un nombre probablemente.
Al darse cuenta de la mirada de Shirou, Efret una vez más hizo un gesto hacia el área y volvió a decir “tuyo”.
Efret era una bestia fantasmal peculiar, decidió Shirou, pero era dócil. Levantando una mano, Shirou comenzó a acariciar a Efret, disfrutándolo notando la forma en que presionaba contra su mano. Sonriendo levemente, Shirou volvió su atención al corral. Parecería que no tendría que ir a cazar pronto.
“Aun no”, dijo Shirou hacia Arturia. “No esta cocinado todavía”.
Después de dejar la mansión y prometiéndole a Efret que volvería, Shirou ahora estaba preparando el almuerzo para él y para Arturia. En este caso, el almuerzo consistió en liebres y pollo sin piel, la mayoría de los cuales estaban casi cocidos después de 10 minutos en un asador improvisado. La mayoría de los componentes estaban hechos de madera, pero Shirou había creado una perilla giratoria para el asador.
“Pero la carne ya se ve tierna”, dijo Arturia con un resoplido, una señal de su impaciencia. Estaba cansada y hambrienta después de practicar su esgrima sola durante toda la mañana, y fue culpa de Shirou por tardar tanto. “Y no entiendo por qué lo estas cubriendo con…con…” Arturia se calló.
“Hierbas”, agrego Shirou.
“Hierbas”, repitió Arturia. Eran un ingrediente que Shirou parecía haber encontrado en el bosque. ¿Aparentemente hacen que la comida tenga mejor sabor? De alguna manera ella dudaba de eso… Solo parecían pequeñas hojas, o puntas de ramitas. Además, la cosa negra que Shirou molía y llamaba pimienta negra, era horrible. Aunque, ella tomo una muestra para sí misma cuando él no estaba mirando. Ella solo tomo un poco, en el que procedió a probar. Fue una decisión equivocada.
Sus ojos se enfocaron con incertidumbre cuando noto que Shirou polvoreaba la pimienta negra y las otras hierbas sobre la comida, declarando el que ya había terminado de preparar la comida.
“¿Quieres la liebre, o el pollo?” Shirou pregunto mientras sostenía las 2 piezas de carne en un palo. Eran Shish kebabs en realidad.
Arturia debatió por un momento, pero finalmente eligió la liebre ya que casi siempre comía pollo en casa. Tentativamente, ella acerco su boca y tomo un pequeño mordisco, no muy diferente de una ardilla mordisqueando una nuez. Ella mastico, sus ojos no traicionaban nada mientras su lengua empujaba la comida alrededor de cada grieta de su boca. Ella mastico y mastico y mastico, Shirou notando la forma en que se masticación era cada vez más rápida. Ella luego trago.
Arturia se detuvo y simplemente miro a la liebre en sus manos. ¡Dios divino! ¡Qué comida es esta! Fue amor al primer bocado. ¡Pimienta negra, pensar que una cosa tan horrible podría ser increíble! ¡Debe ser magia! ¿De qué otra manera podría ella explicar esa explosión de sabor? Su boca estaba en el cielo, sus ojos vidriosos y su mente desenfocada. Todo lo que podía pensar era tomar el siguiente bocado.
Tenía la sensación de que ella comía mucho incluso desde niña. Shirou reflexiono mientras sonreía irónicamente. La escena en si era nostálgica, aunque, parece que Arturia aún no posee sus dignas habilidades para comer, si, la grasa en sus mejillas era una indicación. Mordida tras mordida, ella hundió sus dientes en la tierna carne y prácticamente brillaba. Era suficiente para no comer nada y solo contemplarla con cariño. Un error fatal. Pronto concluyo cuando sus ojos se posaron en su pollo sin comer, y los restos de la liebre en su mano. Y, aun así, fueron las pequeñas cosas, en tiempos como estos, los que Shirou pudo comprender plenamente la enormidad de su situación. Estaba con ella de nuevo, y nunca lo cambiaria.
Sacudiendo la cabeza en diversión, arranco un pequeño trozo de pollo para sí mismo y le dio el resto. La próxima vez, tendría que conseguir más comida. ¿3 pollos? ¿4? ¿5? No le importaba, mientras Arturia estuviera feliz.
Después de limpiarse en el rio luego de la comida, Shirou decidió que era hora de ganar algo de dinero. “Voy a ir a la ciudad para ver si puedo vender la piel de la liebre por unos pocos cobres, tal vez incluso uno de plata. Tal vez incluso recorrer un poco la ciudad”. Le dijo a Arturia.
“Iré contigo, pero…”, Arturia hizo una pausa y miro vacilante a Shirou. “Cuando estemos allí, llámame Arthur”.
A Arturia no le importo tanto que Shirou la llamara por su nombre de pila. Después de todo, lo había sabido, probablemente con magia. Sin embargo, en público, se la conocía como Arthur, según las instrucciones de Sir Ector.
“Está bien”. Shirou estuvo de acuerdo. Él sabía que ella estaba ocultando su identidad como mujer y sus razones para ello. Por eso dijo sus siguientes palabras con certeza. “Eres un chico después de todo”.
Arturia se congelo. “S-Si…” dijo con incertidumbre, su mirada incapaz de encontrarse con la de Shirou. Aun así, ella estaba frustrada. ¿No podría el decir que era una niña? ¿Le faltaba tanta feminidad? Había escuchado de las madres locales que la leche era buena, tal vez debería beber más… ¡No! ¡Esto es bueno como esta! Es mejor que Shirou no lo sepa, per, pero… Arturia le lanzo una mirada furtiva a Shirou, sus pensamientos entraron en conflicto al respecto. Ahí estaba, tan despreocupado, tan confiable para cuidarse solo. Arturia no tenía dudas de que se manejaría en la vida sin la guía de Sir Ector y Kay, pero Shirou, él era diferente. No solo estaba sobreviviendo, sino que también encontró el tiempo para entretenerla en un bosque. Él era digno de confianza, incluso su instinto lo decía. “…S-Shirou, yo-yo no soy un -“.
“- Sabes, ¿te quedaras atrás si te quedas ahí parado?” Shirou la llamo desde la distancia. Arturia no se había dado cuenta de que Shirou estaba caminando hacia adelante por estar mirando al suelo.
“¡E-estoy yendo!” Arturia se apresuró corriendo hacia el lado de Shirou. Juntos hicieron el viaje a la ciudad de Bristol; un incómodo silencio colgó entre ellos que no se desvaneció hasta que Shirou le dio una palmada en la espalda de Arturia y dijo que ‘ella lo estaba pensando demasiado’.
“Bueno, eso fue mejor de lo esperado”, murmuro Shirou mientras se guardaba la suma de monedas de cobre que había recibido del comerciante. “No pensé que valiera tanto”.
“14 cobres, eso es suficiente para unas pocas comidas”, comento Arturia.
Shirou asintió con la cabeza. Es bueno tener dinero en el bolsillo, nunca se sabe que podría necesitar comprar. Al menos tenía una casa a menos que Efret tenga que decir algo al respecto. Todavía tenía que cumplir su promesa de regresar. Por el momento, sin embargo, le gustaría seguir recorriendo la ciudad de Bristol. Realmente fue una experiencia novedosa. Las casas fueron hechas con madera, y los techos de paja demostraron ser buenos aislantes. La pequeña herrería que se había percatado al entrar en la ciudad trabajaba rápidamente en un yunque que forjaba un cuenco de acero de algún tipo, probablemente una olla.
Una conmoción pronto llamo la atención de Shirou. Un niño de la edad de Arturia, vestido calzado blanco, medias negras y un abrigo de color dorado, estaba acosando a una niña de edad similar que no vestía más que trapos. El chico tenía el pelo castaño barrido hacia un lado, y mostraba maldad en su rostro. La niña, sin embargo, estaba angustiada, su trenza, una vez ordenada, estaba suelta y soltaba su cabello rubio por toda su espalda.
Los ojos de Shirou se entrecerraron cuando el chico golpeo a la chica en el suelo.
“Los matones locales, el hijo de un noble basado en ese Escudo de Armas”, dijo Shirou, confiando en los recuerdos compartidos de la Quinta Guerra.
“Ese es el hijo de Lord Wolfred”, le informo Arturia con disgusto. “Sir Ector me pidió que no me involucrara en cosas como esta”.
“¿Así que solo te quedaras ahí?”
Arturia temblaba de ira. Por supuesto que quería hacer algo, pero sabía la razón de Sir Ector para que ella no se involucrara. Sería una violación en su honor si desobedeciera a Sir Ector cuando lo único que quería era mantenerla a salvo. Aun así, ella había escuchado los rumores de como el hijo de Lord Wolfred maltrataba a las chicas locales; verlo frente a ella la llevo al borde. Sus manos temblaron cuando agarro su espada de práctica; ella hizo una mueca mientras luchaba con su moral.
Al darse cuenta de la cara preocupada de Arturia, Shirou sabía lo que tenía que hacer. Demonios, probablemente lo habría hecho de todos modos. Apunto con el arco que había traído consigo y disparo.
“¡AAAH!” El hijo de Lord Wolfred grito cuando la flecha casi rozo su mano. La mano se movió para abofetear a la niña por segunda vez.
“Eso es suficiente”, dijo Shirou mientras se acercaba. Tentativamente, extendió una mano para que la niña la tomara mientras dirigía su atención al hijo de Wolfred. “Esa no es manera de tratar a una dama”.
Vacilante, la chica tomo la mano de Shirou y alterno su mirada entre Shirou y el hijo de Lord Wolfred. Su familia no podía pagar sus impuestos, ni podían ahorrar comida para el próximo invierno. Esperaba poder pedirle a Lord Wolfred, el hombre que es, que eximiera a su familia como lo había hecho una vez. Desafortunadamente, ella tuvo el placer de hablarle a su hijo…
“¿Una dama? ¡Hah! No puedes hablar en serio”, se rio el chico. “Ella es una campesina incapaz de pagar el dinero de los impuestos”.
“¿El dinero de los impuestos?” Pregunto Shirou.
“Si, pero solo 5 cobres que parece que ella no puede producir”.
La niña miro con vergüenza hacia abajo. No fue su culpa que ella naciera pobre, no es que culpe a sus padres. Eran del tipo de padre y madre que hacían todo lo posible de brindarle algo, sin importar cuan escasos fueran lo que proporcionaban.
Shirou no dudo cuando saco 5 monedas de cobre de su bolsa y las arrojo al hijo de Wolfred. “Aquí, 5 de cobre”. Él dijo eso dándose la vuelta, le dio los 9 restantes a la chica que estaba detrás de él. “Úsalo para tu familia”, le dijo.
¿Se arrepintió Shirou de haber regalado su dinero? Ni un poco. Además, era dinero bien gastado para ayudar a la vida de otro.
“¡Gracias!” La niña dijo torpemente mientras se inclinaba. Nunca había conocido a un noble tan amable con los plebeyos.
“De nada, pero es mejor que te vayas”, dijo Shirou.
Asintiendo, la chica no tardo en alejarse del hijo de Wolfred.
Mientras tanto, Arturia miraba fijamente la escena que se desarrollaba frente a ella. Ella estaba impresionada, Shirou no solo había defendido a un extraño, sino que el ayudo a dicho desconocido al conocer su situación. Sus acciones solo cimentaron aún más la confianza de Arturia en él. Es cierto que, sin embargo, ella se sentía inútil. Shirou estaba defendiendo sus leyes de caballería, ¡y aquí ella no estaba haciendo absolutamente nada! Está bien, ella estaba haciendo todo lo posible por escuchar a Sir Ector, pero lamento su incapacidad para ayudar. No, ella no aceptaría eso, ¡ella encontraría una manera de ayudar!
El hijo de Wolfred se quedó mirando a Shirou. No solo había arruinado su diversión, sino que ahora noto claramente el arco de Shirou y la falta de una flecha. No le tomo mucho tiempo conectar los puntos en cuanto a quien casi le quita la mano. “¡Como te atreves! ¿Sabes quién soy? ¡No eres más que un simple campesino!” El grito.
“Eres el hijo de Lord Wolfred”, dijo Shirou de manera uniforme mientras recuperaba su flecha y rápidamente le devolvió la mirada. “ahora la pregunta es, ¿sabes quién soy?”
“Un campesino de nacimiento. Sir Anders, trata con él y enciérralo en la prisión de papa”.
Shirou dirigió su atención al Caballero, Sir Anders, acercándose a él. Era alto y musculoso, su armadura apenas cubría su cuerpo, podía utilizar eso. Sus articulaciones eran las aberturas más grandes, perfectas para un ataque, pero en su cabeza tenía un casco completo. Mientras Shirou está contemplando sus acciones, Arturia se acercó.
“Alto”, Arturia sorprendentemente le hablo a Sir Anders. Sorprendido por el gran carisma de la orden, Sir Anders se detuvo. “Como Caballero, debes abordar la cortesía adecuada. Incluso si a quien te enfrentas es a un Escudero”.
Un escudero Shirou pensó desconcertado.
“¿U-un Escudero?” Sir Anders tartamudeo sorprendido. “¿E-Entonces él es el hijo de un noble?”
Arturia asintió con la cabeza. “¿Tus ojos no ven los colores que muestra en su cuerpo bajo su capa?”
Shirou se quedó estupefacto por un momento antes de quitarse la capa a su alrededor y revelar su ropa. Llevaba el atuendo rojo que le regalo Caren Ortensia durante su tiempo como ejecutor y una elegante armadura negra. Sorprendentemente, se parecía a Archer de la Quinta Guerra del Santo Grial, si no fuera porque llevaba pantalones de mezclilla.
Al recuperar su porte, Sir Anders se enderezo, con la espada en posición vertical junto al pecho. “Entonces te enfrento como Sir Anders de los Caballeros de Lord Wolfred”.
“Shirou Emiya del… Bosque Ashton”. Shirou dijo todo eso copiando los movimientos de Sir Anders. En cuanto al nombre, recordó la ubicación de la casa abandonada.
Sir Anders parpadeo. “¿Eras el hijo del difunto Duque Ashton?” Miro con curiosidad a Shirou hasta que su mirada se centró en los ojos de Shirou. “Eso explica el color rojo y negro con el que vistes. El color de los ojos también es idéntico, incluso el nombre parece ser algo que el viejo tonto pensaría, una lástima por su sentido de los nombres”.
Arturia reflexiono sobre la nueva información en su cabeza, ¿Shirou no era de Escocia?
“¡Sir Anders, ataca ya!” El hijo de Wolfred exigió.
“¡Chico tranquilo! Esta noticia es algo que tu padre querrá escuchar”. Sir Anders puso una mano en el hombro de Shirou. “¿Cómo sobreviviste a los asesinatos chico?”
Shirou no respondió aun así todos interpretaron su silencio de diferentes maneras.
“Ya veo… el Duque Ashton debe hacerte escondido”. Los ojos de Sir Anders se estrecharon. “Es mejor que no le digas esta información a nadie más. Nunca se sabe quién querría matarte”.
¿Matarlo? Arturia miro a Shirou con los ojos desorbitados. ¿Estaba escondiéndose también? El sentimiento de vergüenza una vez más broto dentro de ella. A pesar de que estaba escondiéndose como ella, todavía opto por defender lo que él creía correcto. No tenía excusas para no ayudar. Si Shirou podía arriesgarse por otros, ¿Por qué no podría ella?
Mientras tanto, Shirou vacilante asintió con la cabeza a la declaración de Sir Anders.
“Bien”, dijo Sir Anders. “Desafortunadamente, todavía tengo que complacer al joven maestro aquí en un combate contigo. No te preocupes, me lo tomare con calma con un Caballero aspirante. Aunque no veo tu espada sobre ti”.
Shirou pensó en crear una espada, pero un golpe en su hombro hizo que se detuviera en seco.
“Aquí”, dijo Arturia. “Usa el mío. Lo siento si no he sido de mucha ayuda”.
“Gracias, has hecho más que suficiente”, respondió Shirou mientras tomaba su espada de práctica.
“¿Planeas probar ese acero contra esa madera?” Sir Anders pregunto mientras blandía su espada.
Reforzando la espada de práctica de Arturia, Shirou sonrió. “Sip”.
“¡Entonces aquí voy!” Sir Anders grito.
Shirou respiro y cerró los ojos.
Shirou, siempre mantén la guardia alta.
Dio un paso a la izquierda, esquivando por el poco el balanceo frontal de Sir Anders. Su espada se alzó sobre él desde una posición baja, cubriendo la mayor parte superior del cuerpo y la cabeza.
Cuando golpees, golpea con un propósito. Usa tus caderas para generar energía.
“¡Agh!” Shirou grito cuando columpio por abajo y golpeo alto. Sir Anders recibió el golpe con su espada, pero subestimo severamente la fuerza reforzada de Shirou. Era un precio que tendría que pagar. Con un golpe rotundo, la placa de Sir Anders se derrumbó por pura y brusca fuerza.
“¡P-Pero es madera!” Sir Anders grito con incredulidad. Quería seguir discutiendo eso, pero años de entrenamiento fueron suficientes para forzar detenerse. Había subestimado a Shirou, pero ya no; no quería reparar más armaduras.
Cuando el enemigo este frente a ti. Cualquier noción de misericordia debe huir de tu mente. El camino debe ser claro, el resultado se decide en un movimiento rápido.
Shirou abrió los ojos y dirigió una mirada tranquila a Sir Anders.
Sir Anders golpeo con ferocidad, sus golpes fueron pesados y precisos, y, sin embargo, cada golpe fue parado en igual cantidad de habilidad y fuerza. Vencer sin vergüenza, atacar golpes honestos con golpes honestos, así fue el camino de la caballería, el camino del Caballero.
Shirou paro el último golpe de Sir Anders y retrocedió, manteniendo su postura.
Arturia se quedó sin aliento. Viendo a Shirou moverse, sus columpios, su trabajo de pies, parecía que ella estaba viendo una imagen de sí misma, solo que sin ninguna de sus fallas. El no alcanzo la cima como ella lo haría, ni tampoco confió demasiado en su propia fuerza. Más bien, uso la fuerza de su enemigo para su ventaja. Este era el tipo de esgrima que aspiraba.
Los ojos de Shirou se entrecerraron mientras miraba los movimientos de parte de Sir Anders.
Así es, mantén tus brazos firmes, tus piernas firmemente plantadas y cuando el enemigo golpee…
Sir Anders se lanzó, con una mano firme sobre su espada moviéndose en un columpio horizontal.
Cierras la distancia y pones fin a la batalla.
Shirou se apartó y empujo la espada de Sir Anders al suelo antes de poder levantarla. Las chispas salieron de las espadas cuando Shirou deslizo su arma por la espada de Sir Anders y rápidamente se detuvo debajo de su cuello sin protección.
“Ríndete”, dijo Shirou.
“No está mal”, resoplo Sir Anders mientras empujaba la espada de Shirou. “Te han estado enseñando bien. Aunque un pedazo de madera resistió mi espada eso está más allá de mi”. Sir Anders extendió una mano. “Buen sparring chico, la próxima vez no será tan fácil”.
“No espero que así sea”, dijo Shirou mientras tomaba la mano de Sir Anders.
“¡Espera, espera, espera!” El hijo de Wolfred grito. “¡Sir Anders, se suponía que le darías una paliza y lo encerrarías en la prisión de mi padre!”
Sir Anders lo fulmino con la mirada. “Niño tonto, si alguna vez esperas ser un caballero, sería mejor que tomes de ejemplo a este chico que encarcelarlo. Además, me agrada más este chico que tu”.
“¡C-Como te atreves! ¡P-Padre oirá esto!” El hijo de Wolfred dijo mientras salía corriendo.
Sir Anders negó con la cabeza. Chico estúpido. Lord Wolfred valora a sus caballeros, no seguiría ciegamente las palabras de un niño llorón. Sin embargo, todavía tenía la tarea de cuidar al niño, por lo que, de mala gana, decidió seguirlo. “Nos vemos luego, Shirou del Bosque Ashton”, dijo mientras se marchaba.
Arturia corrió hacia Shirou, con una sonrisa en su rostro. “¡No puedo creer que hayas vencido a un caballero!”
“Bueno, simplemente paso”, dijo Shirou mientras le devolvía la espada a Arturia. Se rasco la nuca. Ganar no era realmente un gran problema para él. Literalmente era un adulto en el cuerpo de un niño…con el beneficio adicional del refuerzo para compensar las limitaciones del cuerpo infantil.
“De hecho, esa fue una actuación bastante buena joven”.
Arturia se congelo cuando una mano tranquila se posó sobre su hombro. Girando su cabeza, sus ojos color verde azulado se encontraron con un azul alegre. El hombre llevaba una armadura de placa completa adornada con los colores azul y amarillo alrededor de los bordes. Salvo por su cabeza, las otras partes de él estaban blindadas como se esperaba de un Caballero.
“¿Y quién podría ser el, Arthur?” Pregunto Sir Ector mientras levantaba una ceja hacia Shirou, el gesto movió un mechón de cabello castaño sobre su ojo. Pronto lo arreglo con un cepillo de mano.
Arturia frunció el ceño. ¿Qué podría decir ella? Al final, decidió ir con lo que creía. ¿Qué era Shirou para ella? Ella reflexiono, pero la respuesta fue evidente. Ella lo miro y le dio una pequeña sonrisa. Era diferente de los otros niños y tenía habilidad con la espada, pero para ella, sin dudas, era: “Mi amigo, Shirou”.
Le gustaba la forma en que la palabra salía de su boca. Nunca había tenido la libertad de llamar a alguien su amigo, ya que paso la mayor parte del tiempo escondida como Shirou.
“Tu amigo del que te olvidaste decirme”. Sir Ector expreso su opinión.
Arturia frunció los labios y comenzó a pensar en el acto. “Es el hijo del Duque Ashton”. Reflejo las palabras anteriores de Sir Ector.
“¿Duque Ashton?” Sir Ector dijo sorprendido mientras miraba a Shirou. “¿Pudo sobrevivir al asesinato?”
“Estaba escondido”, le suministro Arturia.
Sir Ector reflexiono en sus pensamientos, pero finalmente estuvo de acuerdo con el razonamiento de Arturia. Se volvió hacia Shirou. “Debe haber sido difícil, Shirou, vivir mientras todos los demás murieron”.
Shirou quedo en blanco, un recuerdo lejano de un niño caminando por una ciudad de fuego emergiendo dentro de su mente. Los gritos de misericordia, los lamentos de los que no puso salvar. Cerró los ojos para alejar las imágenes.
“S-Sir Ector”. Arturia le dio un codazo a Sir Ector cuando noto la expresión en la cara de Shirou.
“Oh, lo siento, lo siento, no quise traer malos recuerdos”. Sir Ector se disculpó. Luego se volvió hacia Arturia. “Ahora para ti”.
“…” Arturia desvió su mirada.
“Dejándole tus deberes a tu hermano Kay, ¿tienes algo para justificar?”
“… No”. Arturia dijo.
Sir Ector suspiro antes de que Shirou asintiera. “Estaremos regresando, Arthur te has ganado el derecho de hacer los deberes de Kay como corresponde”.
“¡Q-Que, quieres que limpie los establos! Pero, pero…” Sir Ector puso un dedo sobre los labios de Arturia.
“No sería un gran castigo sino te llegara a gustar. No creas que no sé qué te gusta afilar las espadas”. Sir Ector dijo antes de volverse hacia Shirou. “Bueno, seguiremos con nuestro camino, Shirou”.
Shirou asintió con la cabeza y observo como Arturia y Sir Ector desaparecían en la distancia.
Con Arturia, ella sostuvo su cabeza entre sus manos. Odiaba limpiar donde estaban los cerdos. Era apestoso y completamente asqueroso, algo impropio de un Caballero en entrenamiento como ella. Además, ella creía que a los cerdos no les agradaba mucho. Es evidente por la cantidad de excremento extra que siempre había por ahí cuando entraba. Oooooh odiaba a esos cerdos.
“Arturia, ¿dijiste que el chico era un escudero?” Pregunto Sir Ector, interrumpiendo los pensamientos de Arturia.
“Si”, respondió Arturia desconcertada con la repentina pregunta. No había ninguna duda en su mente de que Shirou era un escudero, era imposible para el no serlo.
“Entonces, ¿consideraste quien lo caballero? No parece que el que le enseñaba haya escapado del asesinato de los Ashton”. Sir Ector dijo.
No soy un caballero.
No soy un escudero.
Arturia recordó su conversación pasajera con Shirou, y una mirada de horror creciente pronto se extendió a su cara cuando sus entrañas se agitaron y causaron que se pusiera nerviosa. ¿No podía ser un caballero? La idea era desalentadora, hasta llegar a ser desgarradora.
Solo soy un cazador.
Las palabras eran lo suficientemente inocentes si no fuera por ese repentino destello de emoción que pasaba por los ojos de Shirou. Esa mirada anhelante, como si estuviera mirando algo que simplemente no podía tener…
Arturia apretó los puños, con los ojos hacia abajo y ensombrecidos por su flequillo. Ella era una idiota. ¿Cómo podría no haberse dado cuenta? Cuanto más lo pensaba, más culpable se sentía. Sus ojos miraron hacia su espada de práctica, y rápidamente desvió la mirada. Ella no podía entender el pesado sentimiento en su corazón. Cada vez que ella se imaginaba a Shirou, su amigo y escudero en entrenamiento, dolía saber la carga, la mentira oculta detrás de sus sonrisas. Probablemente está sonriendo por su bien, alentándola a seguir su camino como caballero cuando él no podía.
Si Sir Ector noto algo en el comportamiento de Arturia, prefirió no decir una palabra, solo le puso una mano sobre su cabeza.
Sería el recorrido a pie más tranquilo que recordaría Sir Ector.
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